Hemos hablado ampliamente de cómo las marcas toman decisiones y caminos para intentar que su actividad o su producción contribuyan a la construcción de un mundo mejor. Marcas que intentan que sus productos se produzcan de un modo más sostenible, que apuestan por establecer una conexión con la comunidad de la que forman parte, con acciones sociales o de empoderamiento de determinados colectivos. Son muchos los ejemplos que ejemplifican el compromiso de muchas empresas por la sostenibilidad y la responsabilidad de los negocios.
Una de las actuaciones que muchos de estos agentes de cambio están llevando a cabo tiene que ver con la relación y el uso que hacen de uno de los recursos naturales más preciados de nuestro planeta: el agua. Hablamos de bien preciado, pero más bien deberíamos decir que se trata de algo completamente imprescindible para nuestro funcionamiento como humanidad: no solo es vital para nuestra supervivencia, sino que la gran mayoría de los procesos productivos requieren de su uso. La escasez de agua en muchos puntos del planeta, la sequía que eventualmente acusan países desarrollados (como el nuestro) y la total dependencia que tenemos de ella ha hecho que crezca la preocupación individual y colectiva por el ahorro y el reaprovechamiento.
En este sentido conviene destacar toda la gestión que se está realizando en varias empresas para la instalación de sus sedes en edificios “inteligentes” o sostenibles. Así encontramos edificios que reaprovechan el agua de los grifos (las llamadas aguas grises) para cisternas y riego, como el edificio de Coca-Cola en Madrid, que cuenta además con la certificación LEED de ORO, que lo acredita como un edificio con importantes logros en sostenibilidad. Otra multinacional, Nestlé, ha apostado por una reducción importante del agua en su producción, consiguiendo en México la primera fábrica “cero agua” con importantes avances en el aprovechamiento del agua, como la extracción de la misma a través de la condensación del vapor producido por el calentamiento de leche de vaca, usando este agua para limpiar las máquinas. Este agua, además, se recoge, se trata y se usa para riego o tareas de limpieza.
Otra empresa especialmente comprometida con su gestión eficiente y sostenible del agua es la cadena hotelera NH. Más allá de la concienciación de sus clientes mediante recordatorios de intentar no gastar demasiada agua, tienen un programa para el aprovechamiento de las aguas grises, han instalado sistemas de ahorro en grifos y duchas y han implantado sistemas de control de riego y de abastecimiento de sus piscinas.
La industria de alimentación y bebidas también precisa de un uso del agua muy intensivo, puesto que en algunos casos se trata de un elemento indispensable en su elaboración. La producción de un litro de cerveza, por ejemplo, precisa de entre 3 y 5 litros (depende de cada marca), aunque su huella hídrica (el volumen total de agua dulce utilizada para producir un bien o servicio) es mucho mayor. Es por eso que marcas como Heineken han incorporado a su plan de responsabilidad social un foco centrado en la reducción del volumen de agua que utilizan para producir su cerveza, consiguiendo desde 2009 un descenso de más de un 27% en su consumo de agua unitario.
La industria de la moda ha adquirido igualmente compromisos de reducción de su uso de agua, como los declarados por Levi’s y H&M, decididos a utilizar menos ese recurso en su producción y a trasladar al consumidor consejos y recomendaciones para consumir menos agua en el lavado de sus prendas. Esta estrategia de concienciación y trabajo conjunto con los consumidores por el ahorro de agua también es seguida por marcas como Unilever y Leroy Merlin.
El trabajo por la reducción del consumo de agua y del reaprovechamiento de la que necesariamente tenemos que utilizar es un compromiso global, abrazado por cada vez más negocios y marcas y contando además con la complicidad de sus consumidores y usuarios. Una vez más, las buenas prácticas están empezando a marcar un camino distinto.
Foto: Blog del fotógrafo