El acceso a Internet y los medios sociales han impulsado la participación ciudadana en la red. Son muchas las experiencias nacionales e internacionales en las que la población, a través de la creación de una identidad colectiva o de la suma de identidades individuales, usa estratégicamente los medios digitales para manifestar su indignación hacia injusticias y problemáticas sociales. Esto es lo que comúnmente se conoce como activismo digital o ciberactivismo.
Un claro ejemplo de este tipo de manifestación lo tenemos en el #15M, donde Facebook y Twitter tuvieron un papel clave. Según la encuesta de Gather Estudios, el 89% de los participantes en las movilizaciones del 15M tenían cuentas en Facebook, el 55% en Twitter y el 21% en Tuenti. La campaña de activismo digital con más éxito a nivel mundial ha sido #Kony2012, uno de los documentales más vistos en la historia (más de veinte millones de visitas en Youtube y Vimeo) que consiguió influenciar a la audiencia y llevarla a respaldar operaciones militares estadounidenses en África Central bajo el pretexto de capturar al comandante Joseph Kony.
Algunos de los rasgos más característicos del ciberactivismo es que con poca o ninguna inversión económica se puede lograr una campaña exitosa y accesible para cualquier capa social.
Plataformas de activismo digital
Cada vez surgen más plataformas que buscan canalizar la participación ciudadana online a distintas causas, ya sea de ámbito nacional o global. Algunas, incluso, permiten a ciudadanos u organizaciones lanzar sus propias campañas online para obtener apoyos. Y hay quienes consiguen su propósito. Es el caso de Laura Zamora, una joven estudiante de Periodismo, que a través de una petición en Change.org reunió 200.000 firmas en cuatro días y consiguió que el Gobierno español rectificara los recortes anunciados sobre las becas Erasmus.
El activismo en plataformas digitales ha permitido, por un lado, crear nuevas comunidades en espacios virtuales que persiguen causas comunes y se identifican entre sí y comparten los mismos objetivos y, por otro, facilitar intercambios, formación de consensos y procesos de coordinación dentro de un grupo, así como la gestión de la información y contactos de manera efectiva. No obstante, también hay quien duda de la efectividad de este tipo de plataformas, al considerar que fomentan el “clickactivismo”, pues ponen más énfasis en la medición del número de clicks conseguidos sin entrar en las verdaderas causas que originan una determinada situación de desigualdad o injusticia.
Sea por convicción para cambiar la realidad o por «clickactivismo» cualquier ciudadano puede luchar por transformar su entorno, porque el ciberactivismo permite canalizar las necesidades de mejora de una sociedad con el apoyo de Internet, la tecnología y las redes sociales.