De continuar con el actual consumo de agua, el planeta se enfrentará a una severa escasez del líquido en 2030 que podría desatar conflictos entre diversos sectores económicos, e incluso entre regiones y países. La única solución que evitaría este desastre es aprender a administrar este recurso vital de forma sostenible. Esta es la conclusión a la que llega el último Informe de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo 2015, elaborado en el marco del Programa Mundial de Evaluación de los Recursos Hídricos (WWAP), coordinado por la UNESCO.
Bajo el título “Agua para un mundo sostenible”, el informe subraya que es indispensable cambiar los métodos de uso y gestión de este recurso vital cuando se aproxima el momento de adoptar los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) por parte de las Naciones Unidas (dentro de seis meses).
El uso austero del agua no se contempló en los Objetivos de Desarrollo del Milenio, cuyo plazo de cumplimiento expira este año. Hasta ahora los esfuerzos se han concentrado en concienciar a la población sobre el valor del agua potable salubre y el acceso seguro y privado a saneamiento básico. De ahí que la ONU considere que los ODS para el periodo de 2016-2030, que deben sustituir a los Objetivos del Milenio (2001-2015), tengan que ser más ambiciosos en la protección de los recursos hídricos.
“Ante el constante aumento de la demanda de agua y la explotación excesiva de las reservas subterráneas, tenemos que cambiar nuestro modo de llevar a cabo la evaluación, gestión y utilización de este recurso del que depende nuestro futuro», sostiene la directora general de la Unesco, Irina Bokova.
Si bien en los últimos años ha habido avances en el acceso al agua y al saneamiento en el mundo, 750 millones de personas siguen sin tener acceso a mejores fuentes de abastecimiento de agua potable, lo que equivale a uno de cada 10 habitantes en el mundo.
En un mensaje para conmemorar el Día Mundial del Agua –celebrado ayer-, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, manifestó que la escasez de agua no solo coloca a las poblaciones más vulnerables, como mujeres y niños, en mayor riesgo, sino que los obliga a perder una cantidad considerable de horas en la improductividad.
“Para eliminar los múltiples problemas relacionados con el agua, debemos trabajar con un espíritu de cooperación urgente, con mente abierta a las nuevas ideas y la innovación, y dispuestos a compartir las soluciones que todos necesitamos para un futuro sostenible. Si lo hacemos, podremos poner fin a la pobreza, promover la prosperidad y el bienestar en el mundo, proteger el medio ambiente y hacer frente a la amenaza que plantea el cambio climático”.
Es cierto que una transición hacia modelos de producción más sostenibles conlleva un costo elevado en inversiones, pero éstas generan un círculo virtuoso, según el informe. Varios estudios han mostrado que por cada dólar invertido en la protección de una cuenca hidrográfica se ahorran hasta 200 dólares en costos de tratamiento del agua. A modo de ejemplo, el informe cita el caso de Uganda, en donde es preciso invertir cada año 235.000 dólares a fin de optimizar el tratamiento de vertidos y desechos que se necesita para preservar la integridad ecológica del humedal de Nakivubo. Gracias a esa inversión, este ecosistema húmedo depura el agua destinada a la capital del país, Kampala. El valor del servicio de depuración así prestado por el humedal a esta ciudad se estima en unos dos millones de dólares anuales.
Los esfuerzos realizados por algunos países indican que es posible lograr una mejor gestión y una utilización más precisa de los recursos hídricos, incluso en países en vías de desarrollo.