Hace un año se empezó a hablar en los medios de comunicación y en las redes sociales de SweatShop, un “reality” puesto en marcha por el periódico noruego Aftenposten en el que tres jóvenes noruegos vivieron las condiciones en las que se fabrica la ropa en Camboya. Los jóvenes quedaron profundamente afectados por lo que vieron y experimentaron y una de ellas, Anniken Jørgensen, se volcó en denunciar la situación en su blog, lo que la ha llevado a enfrentarse públicamente con marcas como H&M.
Resulta comprensible la reacción de personas como Anniken. Cuando recibimos información veraz y contrastada sobre la manera en la que se producen las cosas que consumimos es cuando realmente somos capaces de reaccionar y decir: quiero cambiar esto. Y no solo nos indignamos, es posible que decidamos empezar a comportarnos de otro modo, de un modo más responsable.
En el caso de la moda no siempre resulta fácil abordar esta cuestión. Antes de que la prenda “aparezca” en nuestra tienda de referencia ha habido muchos procesos y personas implicadas en ellos. La prenda fue diseñada en un país determinado y luego confeccionada en una fábrica en otro, con telas provenientes de una región diferente. La prenda confeccionada se exportó (por mar, por aire) a varias localizaciones antes de llegar a nuestro país y tras esto, probablemente, se trasladó por carretera hasta llegar a nuestra ciudad, a nuestra tienda. Si a todo esto añadimos los materiales con los que fueron fabricadas las telas, o los tintes usados para colorearlas podemos empezar a hacernos una idea de la dimensión que cobra esta cuestión en términos de sostenibilidad. Estamos hablando de contaminación atmosférica por transporte, de condiciones laborales dudosas, de utilización de fibras y materiales producidos de modo poco sostenible y con utilización de pesticidas, de presencia de tóxicos en la ropa por los procesos de teñido…
¡UF!
Resulta un poco abrumador. Por suerte, existen diseñadores y marcas de ropa que han tomado consciencia de la magnitud de este problema y están dando pasos para minimizarlo. No todos los pasos son igual de exitosos ni se ha recorrido el camino completo en todos los casos. Sin embargo resulta importante destacar el trabajo que están realizando, sea cual sea de momento su alcance.
Patagonia, fabricante de ropa para actividades al aire libre, es la marca icónica y casi ejemplarizante en moda y comportamiento sostenible. La marca afirma que no se puede coger la naturaleza nada más allá de lo que ella misma pueda remplazar. En Patagonia realizan su ropa de un modo sostenible desde todos los prismas: las prendas están fabricadas para durar, con materiales resistentes (y producidos de modo responsable), los trabajadores que las confeccionan tienen unas condiciones laborales justas y además el proceso está pensado para minimizar los impactos ambientales. No solo eso, promueven una compra responsable entre sus consumidores, ofreciendo incluso trucos para reparar las prendas y no tener que comprar otras.
Aquí en España contamos con algunos ejemplos, como la marca vasca SkunkFunk. Del mismo modo que Patagonia, abordan la problemática desde varias ópticas, prestando atención a su cadena de suministro, al diseño de sus prendas, a los envoltorios de sus prendas, las fibras, etc.
Esto solo son dos ejemplos de marcas que están trabajando para intentar que sus productos de moda sean sostenibles desde que se conciben hasta que los adquirimos. En el caso que queramos vestirnos con prendas confeccionadas de un modo responsable y nos preocupe la cantidad de elementos que entran en juego es bueno saber que ya existen marcas que están dando respuesta a estas preocupaciones.
Foto de: Florencia