Recuerdo bien el momento en que, hace poco más de un año, José Illana me habló por primera vez del proyecto Sustainable Brands. Charlábamos, frente a un menú del día de casa de comidas de toda la vida, entre las callejuelas del madrileño barrio de Tetuán. Y en ese mismo instante supe que nosotros (Intermedia) teníamos que vincularnos a ese sueño, como fuese.
¿Por qué? Porque la sostenibilidad no es una elección.
Somos una sociedad que fuma. Que fuma mucho. Y somos conscientes de que está mal, que nos está dañando y que, finalmente, nos causará la muerte de una u otra manera, tanto da la que sea. Como fumadores que somos, sabemos que deberíamos dejar el tabaco. Sabemos que la tos de la mañana [esa que nos “curamos” encendiendo un cigarrillo] es el síntoma de algo más profundo.
Sabemos que tenemos que dejar de fumar, pero siempre encontramos una excusa para no hacerlo: que si el estrés, que si cuando pasen las vacaciones, que si en navidad es imposible dejarlo…
Pero ha llegado la hora de apagar el último pitillo, de comer un poco más sano y hacer algo de deporte. Y, como decía antes, no es una elección. El plan B es una tumba con flores de plástico.
No ha pasado mucho tiempo desde la derogación de las leyes de segregación en Estados Unidos, medio siglo más o menos. Y, cuando pensamos en ellas, nos parecen injustificadas, inhumanas y estúpidas. Algo así opinarán sobre nosotros dentro de otras cinco décadas [esperemos], cuando las nuevas generaciones aprendan que hubo una época en la que miles de personas [niños en su mayoría] morían de hambre cada día mientras el resto del planeta estaba a dieta; o que el beneficio empresarial justificaba cualquier tipo de amenaza al medioambiente.
Esta sociedad necesita un cambio drástico. Uno en el que se fomente un reparto equitativo de la riqueza y se garantice el acceso a la educación de todos. Uno en el que el desarrollo se entienda como la mejora de las condiciones de vida de toda la Humanidad y no solo de unos pocos. Uno en el que la naturaleza no sea percibida como un “recurso”, sino un tesoro del que nosotros formamos una parte diminuta.
En aquella casa de comidas en la que José y yo charlamos por primera vez de Sustainable Brands se permitía fumar. ¿A que te parece mal?