La crisis económica y financiera mundial ha precipitado una revisión de todo el sistema, revisión que ya venía siendo urgente desde las crisis del petróleo de los 70 y sobre todo a partir de la caída del muro de Berlín en el 89, y con las urgencias impuestas por los efectos catastróficos del cambio climático y por el cambio tecnológico que supuso Internet. Todo ello ha puesto en tela de juicio los modelos tradicionales de producción y en los últimos tiempos viene dando lugar a conceptos alternativos como la economía circular, el car sharing y el uso de tecnología para conectar consumidores con productores y viceversa.
Gran parte de las buenas ideas que intentan abrir hueco a la innovación dentro de las actividades que se desarrollaban casi sin cambios durante décadas, tienen que ver con la liberalización de sectores hasta ahora muy regulados, de manera que ahora cualquiera pueda ejercerlas y obtener un beneficio. Un ejemplo fue el periodismo, un sector en caída libre en todo el mundo, al que Internet le ha dado la mitad de lo que le ha quitado y que sigue sin encontrar un modelo de negocio en el nuevo marco. Otro sector, el del taxi, está siendo sacudido por ejemplos como Uber, la compañía (participada por Google) que trae de cabeza a los taxistas de medio mundo y a los gobiernos por presión de aquellos.
Como explica Denise Lee Yohn en este artículo, Uber está ahora en el punto de mira de taxistas, autoridades, consumidores y medios, y también en un punto crítico en el que debería cambiar su estrategia dando pasos valientes. Uno de ellos, cerrar temporalmente. Sí, han leído bien. Las historias de violaciones, fraude, etc., que están salpicando a conductores de la plataforma, así como errores en la comunicación corporativa, obligan a revisar la manera en que se está gestionando esta plataforma. Y mientras estas historias se abren paso en los medios, no están haciendo el mismo ruido los clientes satisfechos (el principal valor de la compañía), y ese es el segundo de los esfuerzos que debería hacer Uber: darles voz. Es cierto que las noticias negativas siempre tienen más eco que las positivas, pero hoy la gente no sólo se comunica a través de los grandes medios mainstream, y aunque la normalidad no dé titulares, si algo funciona bien debería saberse. Espacios para ello no faltan en estos tiempos.
Sin embargo, todo esto podría quedar en nada si el problema es más de fondo, de concepto. Un sistema económico que sigue sin repartir más equitativamente sus muchos beneficios goza cada vez de menos credibilidad entre la población, y esa desafección lleva sin remedio a plantear cosas como las que en este post comenta el gurú del software libre, Richard Stallman.
Uber corre el riesgo de dejar de ser un icono de un nuevo estilo de vida más sostenible para representar un epígono más del sálvese quien pueda en un capitalismo salvaje e inhumano que necesita refundarse a fondo para volver a tener ventajas para la gente común.
(Foto: occupy.com)